Todos podemos neuropsico educarnos para entender la UCCM (Unidad Cuerpo Cerebro Mente Medio Ambiente) y neuropsico entrenarnos para lograr el autocontrol emocional y para desarrollar habilidades cognitivas ejecutivas que nos ayudarán a lograr lo que deseamos.
La función principal de la UCCM es la supervivencia. Y, para lograrla, se debe de seguir un camino corto. Este camino es rápido, con pocos elementos y con bancos de memoria básicos programados con un código genético, e incide directamente en:
- La atracción y atención a los nuevos estímulos.
- Nuestra reacción al momento de ser interrumpidos.
- El deseo por la comida.
- El deseo sexual.
- Las distracciones por sobreestimulación.
Dicho sendero corto puede ser impreciso o errado. Conforme vamos experimentando dolor o placer se va guardando sensaciones en la memoria, generando así una neurofusión con el código genético. Entre mayor sea el dolor o placer que produzca la experiencia, mayor será el grado de la neurofusión que tendremos.
Para neuropsico entrenarnos tenemos la opción del camino largo. El camino largo es lento, con todos los elementos y con bancos de memoria amplios generados gracias al aprendizaje. Este es el más preciso y difícil de seguir de ambos caminos. Se lleva a cabo repitiendo la experiencia, la cual se fortalece en la memoria. Otra opción es dejar de repetir la experiencia para que se debilite en nuestra memoria hasta que desaparezca; a esto se le llama neuroplasticidad. La neuroplasticidad es la base del cambio en hábitos y aprendizaje de emociones.
Para entender mejor ambos caminos, a continuación describiremos sus estructuras y funciones utilizadas. Tenemos redes instintivas que controlan nuestra respiración, el ritmo cardíaco, la presión sanguínea, nuestras temperatura, los ritmos de sueño-vigilia, y todas estas colaboran con la expansión-contracción de los músculos. También tenemos redes emocionales o un cerebro emocional, que está compuesto por varias estructuras que funcionan como filtros para la evaluación de los estímulos externos que ingresan a través de los sentidos y que definen si dichos estímulos están a favor o en contra de nuestra supervivencia.
El primer filtro es el SARA (Sistema Activador Reticular Ascendente), que se encuentra en el tronco cerebral. Aquí se capta la atención inicial y se controla el reflejo visual y de sonido. El siguiente filtro es el tálamo, donde se integran las señales sensoriales, exceptuando las del olfato. De aquí pasan al tercer filtro, que es el hipotálamo, que se encarga de mantener la homeostasis, y en el que está la memoria genética, divida en dos fuerzas: placer y dolor. La homeostasis es el conjunto de fenómenos de autorregulación, conducentes al mantenimiento de una relativa constancia en la composición y las propiedades del medio interno de un organismo. Si la evaluación es a favor (placer) pasa al núcleo accumbens, el cual está ligado a la recompensa, la risa y la adicción; este es el responsable de generar conductas de acercamiento entre individuos. Y si la evaluación es en contra (dolor/peligro) pasa a la amígdala, que se relaciona con la memoria emocional y las respuestas motoras de ataque/huída. Todas las respuestas son moduladas en diferentes grados.
- El cuidado del territorio (peligro).
- El entendimiento de las jerarquías (peligro).
- La resistencia al cambio (peligro).
- La necesidad de comer (placer).
Cuando ocurre un estímulo y, por medio del aprendizaje, logramos que la información pase a los lóbulos prefrontales (estos lóbulos prefrontales son el freno de mano), nos cuestionamos cómo responde nuestro cuerpo a cierta emoción, qué es lo que busco lograr con dicha emoción, qué es lo que genera en otros mi emoción. Estos cuestionamientos son útiles para enfrentar lo desconocido, para crear contextos donde nos sentimos seguros, para adaptarnos a los cambios y aprender a realizarlos gradualmente para que no se active la amígdala. También nos sirve para aprender a tolerar la frustración de no obtener la recompensa inmediata tal como estamos programados (autocontrol emocional). De la misma manera, si evaluamos que un estímulo no es peligroso, entonces surge la curiosidad; y de aquí nace el pensamiento científico. Todo esto nos ocupa mucha energía, por eso es que hablamos de el camino largo. Pero con esto camino damos forma a nuestra propia vida, superando los límites que nos impone la biología. Permitiéndonos movernos más allá del impulso (camino corto) para formular metas y estrategias, para planear, organizar e iniciar la acción, para la verificación de nuestros planes, la autorregulación, la flexibilidad, el control de la atención y la anticipación de consecuencias.
Referencias Bibliográficas
Asociación Educar para el desarrollo humano (000815/03)