Con la contingencia, parte de lo que estamos experimentando son cambios en nuestras rutinas y tiempos, en la forma en cómo nos relacionamos, en las cosas a las que les damos importancia, en la forma de trabajar, estudiar, de divertirnos, en resumen, en nuestra forma de vivir.
Si esto lo percibimos únicamente con el cerebro primitivo, concluimos que es amenazante y nos ganan las reaccionamos emocionales, dando resultados que no son funcionales. O sí tenemos pensamiento catastrófico sobre esta situación generamos una intensa angustia y miedo. Y actuamos abruptamente.
En cambio, si hacemos un alto y nos damos el tiempo de analizar y cuestionar lo que estamos pensando sobre los cambios que nos están ocurriendo, nos sentiremos preocupados y actuaremos funcional y sensatamente. Y así el cerebro se puede focalizar.
Empecemos con un breve análisis:
Esta forma de vivir, la creaste en base a los requerimientos del país y del mundo en el que vivimos, de lo que se espera de nosotros en nuestro círculo social, amigos, familia y de lo que para cada quien es más importante.
Lo que cambió ahora es el funcionamiento del exterior. Y para esto requerimos volver a adaptarnos. La propuesta es hacerlo mediante el aprendizaje, una herramienta muy valiosa con la que contamos.
Recordemos que para aprender hay que enfrentar lo desconocido, en este caso es cambiar rutinas, el concepto que tengo de hogar y lugar de trabajo, la forma de relacionarme, de divertirme, etc.
Con lo que quiero comenzar, es redefinir las áreas del hogar.
Ejemplo la mesa del comedor servirá como área de trabajo, de convivio y de comedor. Por lo que requiero hacer un horario para guardar lo que corresponde al trabajo y dejarla libre para la comida y así sucesivamente.
Es muy importante definir con claridad cuál era su rutina fuera de casa y cuál era la rutina de la casa y quien hacía las cosas. La sugerencia es que lo escriban y que todos los involucrados lo lean.
Porque ahora hay que combinar esas rutinas generando una nueva para cada quien y una de la casa. Ya que probablemente se van anadir actividades y modificar horarios.
Una vez hechas las nuevas rutinas comencemos a ejecutarlas. Así como hacíamos antes de la contingencia. ¿O no? Inicien sus actividades en el horario establecido y lugar designado. Esto es desde bañarse, desayunar y sentarse a trabajar o estudiar.
Con lo primero que nos vamos a topar es con que probablemente no ejecutemos la nueva rutina y sigamos desorganizados entre todos y con varias emociones intensas.
¿Qué te dices?
¿Qué sientes?
¿Qué haces?
Y a que el cerebro tiende a resistirse al desafío porque gasta menos energía y porque lo vive como peligroso, por lo que prefiere lo conocido.
Justo aquí entra mi propuesta de vencer a nuestro propio cerebro, forzándolo a persistir. La persistencia es el desafío neuropsicoeducado, que nos lleva a sentirnos en bien estar.
Algo que suele ocurrir, es que cuando todos nos encontramos en casa, al ver a los otros miembros se da por sentado que están disponibles justo en el momento que somos vistos. Ya sea para ayudar o hacer labores del hogar(sin ningún plan previo) quitar el aburrimiento, algún pendiente, etc. Y se suele interrumpir dando instrucciones. Y esto crea un conflicto y varias emociones.
La creencia es que estar en casa es para relajarnos, descansar, convivir, o hacer tarea o pendiente de trabajo.
Te reitero mi propuesta de solución: ORGANIZATE Y ORGANICENCE adaptando las rutinas al nuevo espacio geográfico, combinarlas con las rutinas de las personas con las que estoy conviviendo y con la dinámica de las actividades hogareñas: la limpieza, ir al super, hacer la comida, lavar la ropa, etc. para que estén en armonía.
