La psicología social, según Gordon Allport, estudia mediante el método científico los pensamientos, sentimientos y comportamientos de cada individuo y como son influidos por la presencia de otras personas.
El yo social parte del concepto de identidad, que son las características que posee un individuo y por las cuales es conocido. Desde los aspectos biológicos y las interacciones sociales que se tienen a lo largo de la vida. Según Burr (1995), nuestra identidad es construida (Páramo, 2008).
Las actitudes son valoraciones perdurables de un producto, persona, anuncio, grupo, o cualquier objeto actitudinal y estas cumplen diversas funciones. Los componentes son el afecto, el comportamiento y la cognición. Frecuentemente se dice algo y se hace otra cosa porque no es sencillo ser congruente, se requiere de un esfuerzo cognitivo hacerlo. En el día a día generalmente, las elecciones se toman sin pensar en la consecuencia. Y se produce la disonancia cognitiva que es una experiencia de incomodidad psicológica, similar al hambre o a la sed, que puede provocar ansiedad y alteraciones fisiológicas y que surge cuando existen elementos cognitivos inconsistentes. (Morales y Cool. 2007. P.533 citado por Vidal (2018) en video). Y para reducir el estado de malestar psicológico, se generan cambios cognitivos para restaurar el bienestar según Festinger (1957).
“La identidad cultural de un pueblo viene definida históricamente a través de múltiples aspectos en los que se plasma su cultura, como la lengua, instrumento de comunicación entre los miembros de una comunidad, las relaciones sociales, ritos y ceremonias propias, o los comportamientos colectivos, esto es, los sistemas de valores y creencias (…) Un rasgo propio de estos elementos de identidad cultural es su carácter inmaterial y anónimo, pues son producto de la colectividad”. (González Varas, 2000:43, citado en Molano, 2007:5)
“Toda sociedad necesita un mecanismo para tomar decisiones, limar diferencias y coordinar actividades. Nuestra sociedad ha optado por la persuasión.” (Aronson y Pratkanis (1992, p24, citado por Vidal (2018) en video).
Para muchos teóricos el modelo capitalista de ideología neoliberal, ha generado pobreza, exclusión y sufrimiento social, en consecuencia las sociedades practican el castigo y la represión como única solución a la violencia, sin tener en cuenta que la violencia engendra violencia (Cal lejas & Piña, 2005).
En América latina, normalmente no se observan representaciones extremadamente positivas o negativas de grupos étnicos o raciales particulares observándose más bien una representación ambivalente de los mismos. La ambivalencia referida comprende dos dimensiones gene-rales que agrupan representaciones estereotípicas asociadas por un lado a la competencia (capacidad, progreso, riqueza, etc.) y por otro lado a la calidez (sociabilidad, simpatía, expresividad afectiva, etc.) (Fiske, Cuddy, Glick & Xu, 2002) citado por Espinoza y Cueto (2014).
Distintos estudios muestran qué en Latinoamérica, las personas tienden a reconocer sus sociedades como prejuiciadas y discriminadoras. No obstante, el reconocimiento de representaciones estereotípicas positivas, prejuicio y la discriminación no se atribuye a características asociadas a la raza o la etnia sino a otras condiciones sociales como la pobreza (Chong y Ñopo, 2007; Van Dijk, 2007) citado por Espinoza y Cueto (2014).
La estructura social está determinada en América Latina por las oportunidades diferenciadas de acceso al poder, que según atributos u origen étnico permiten distinguir entre grupos de alto y bajo estatus al interior de los países de esta región. Al respecto, la evidencia señala que los grupos de alto estatus son generalmente blancos o mestizos, mientras que los de bajo estatus están mayoritariamente conformados por población indígena o afrodescendiente (Camino, da Silva, Machado & Pereira, 2001; Espinosa, 2011; Ishibashi, 2003; Sulmont, 2010; Traverso-Yépez, 2005; Van Dijk, 2007) citado por Espinoza y Cueto (2014).
El prejuicio y la discriminación, basados en representaciones estereotípicas negativas sobre distintos grupos étnicos y raciales viene acompañados de un conjunto de consecuencias psicológicas y sociales que, en su mayoría, tienen un impacto negativo en los individuos, grupos y sociedades expuestos a experiencias de esta naturaleza, y que se constituyen a partir de una red de relaciones entre discursos y prácticas sociales, que hacen interactuar los imaginarios sociales con los individuales (Van Dijk, 2007) citado por Espinoza y Cueto (2014).
En la pandilla, la amistad y la confianza mutua crecen por medio de la vivencia conjunta de los peligros de la calle, que, además, satisfacen una cierta medida de aventurerismo juvenil. La experiencia de ayudarse mutuamente en situaciones de dificultad refuerza la cohesión entre los jóvenes de la gang y crea una red ficticia de parentesco. El desarrollo de esta red cargada de emociones constituye un elemento central en la vida de la pandilla. La gang empieza como un sistema de control alternativo, pero con el tiempo echa raíces como una institución socializadora competitiva y, a veces, dominante (Vigil, 2002: 24) citado por Liebel 2005.
En un mundo hostil, en el que la familia se va desmoronando y en el que as instituciones convencionales como la escuela y el trabajo van perdiendo más y más su senti do, la pandilla ofrece a estas muchachas sentido e identidad. […] Constituye un sustituto de todas estas cosas que no tienen, significa un lugar donde ellas sienten calor y amistad, donde reciben comprensión, educación y protección. Si la gang no les proporcionara todas estas cosas, no sería tan aceptada en tanto alternativa válida, como parece ser el caso. Pero son precisamente estas funciones las que le otorgan vitalidad. Cuando en la pandilla las muchachas de entornos tradicionales tienen acceso a actividades que normalmente están reservadas para los hombres, esto da origen a muchas dinámicas muy importantes (Quicker, 1999: 56) citado por Liebel 2005.
Por lo anterior solo se observa el modelo heurístico, donde se centra en un solo factor, que es lo que lo hace atractivo y que tomemos decisión, con ruta periférica, porque es el factor emocional que hace que tomes la decisión.
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