Olga Lozano

Olga Lozano

Especialista en TREC

¿Has querido cambiar a tu esposo?

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¿Cuántas veces has querido cambiar a tu esposo, a tus papás, a tu amigo, a tu jefe, a tus hijos, a tus empleados?

Casi todos los problemas interpersonales se deben al intento de querer cambiar a los demás. Y ESO NO ES RESPETO.

Cambiar a la otra persona es tentador, lo digo porque caí en esa tentación. Y pasé muchos años intentando hacerlo, pero nunca funcionó. Hice varias cosas, como dar órdenes, sermonear y dar explicaciones de por qué tiene que cambiar, con la intención que cambie la otra persona. Y las creencias que tenía eran:

No es justo que siempre tenga que cambiar yo

¿Por qué tengo que dar más que el otro?

y después de cuestionarlas, la respuesta a la que llegué es:

Tampoco es justo para el otro.

Y, ¿cuál es el impedimento para que dé más?

Sí ahora te dijeran en este tono “Te ordeno que dejes de distraerte, pon atención en este momento, es importante para que entiendas lo importante que es …”

¿cómo te sentirías? ¿pensarías la opción de poner atención?

Supongo que de primer momento sí. Y puedes fingir que lo estás haciendo mientras te sigan viendo, pero después de un rato, lo más probable es que vuelvas a distraerte. En concreto no hay cambio. Esto es porque procuramos protegernos de los reproches, de los castigos, de la crítica y de la imposición.

Después de hacer esto de forma cotidiana y ver que las personas se estaban alejando o me daban la vuelta, claro con amabilidad fue cuando me cuestione:

¿Cambiarías si la otra persona te diera órdenes como tú lo haces o si te quiere imponer su voluntad?

Pues de primera instancia, NO. O solo porque alguien llegue y me diga cambia, empezaría rápidamente en ese momento hacer el cambio, ¡claro que no! Entonces, estoy solucionando si sigo intentando cambiar al otro? Pues no.

Cuando entendí que estaba en la misma posición que los demás, y que estaba neceando con una opción en donde no llegaba a estar mejor, o a resolver el problema, o a sentirme tranquila, llegué a la conclusión:

Cambiar no es el problema sino QUIEN cambia.

Y me enfoqué a cambiar yo. Primero tuve que aprender ACEPTAR a los demás, a APROBARLOS, a RESPETARLOS. Empecé a escuchar antes que hablar. Realmente a escuchar.
Para practicar la escucha pensaba en este ejemplo: Si tuviera que lanzarme en paracaídas y nunca lo he hecho, escucharía con atención al instructor para entender y poder actuar. Entonces consideré que es igual de importante escuchar a los otros para que pueda avanzar. Y lo empecé hacer. Te platicó.

Un día llega mi esposo cansado y con situaciones difíciles, saluda y empieza a platicar, aunque yo había tenido un mal día y quería hablar primero. Respiré y me dije, ¡todavía puedes hacer un esfuerzo, escucha! Y conforme iba poniendo atención y hacía preguntas como:

¿Puedo hacer algo para ayudarte?

¿Qué se te antoja hacer?

¿Lo pudiste resolver?

Me di cuenta que el escuchar me distrajo, no me cansó como yo había supuesto y lo que empezó a suceder es que mientras escuchaba y hacía preguntas, él acabó preguntándome ¿cómo me había ido? Y me escuchó. Logré lo que quería. Me sentí muy bien y lo más importante, el cambio lo hice yo. La estrategia funcionó. ME RESPETABA y LO RESPETABA. Esto me motivo para continuar con mi cambio.

Después aprendí a manejar el silencio, no interrumpir, aunque me sienta nerviosa y dejar hablar al otro. Esto lo van a ver muy claro con el siguiente ejemplo. Entro a la habitación de mi hija a las 11 de la noche, y la veo con el celular. Antes hubiera empezado a decirle.

“Ya te dije, que cuelgues, ¡no es posible que sigas hablando!, es hora de dormir, solo me dices “ya voy”, estoy cansada de que no me hagas caso, solo me das el avión, bla, bla, bla.”

Ahora entré al cuarto, la vi y le dije con senas ¿Qué pasó? y guardé silencio para escuchar. Dejó el celular y me respondió. “Es la única hora en donde coincidimos las 4 para ver los últimos detalles de la entrega de mañana…” Colgó y se fue a dormir.

La que cambió fui yo. La situación es la misma, mi forma es la que es diferente. Primero hay que aceptar lo que se siente para poder cambiar, así y solo así podemos aceptar lo que los otros sienten. Esto es RESPETO.

Aprender a entender otros puntos de vista, nos lleva a ver otras alternativas que no habíamos visto. Eso enriquece las relaciones y nos lleva a respetarnos. Los cambios los hice por medio de la terapia, ya que practicas las habilidades para cambiar tú no los otros.

Recuerda lo importante en la vida y en el bienestar de los humanos el RESPETO A SÍ MISMO.

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