• ¿En verdad sé qué es el TDAH?
• ¿Sé cómo lo vive la persona que lo tiene?
• ¿Sé cómo lo viven la gente que lo rodean?
Por ejemplo, Eusebio y Paty que ignoran lo que sucede con Eusebio. Paty le llama a Eusebio para saber si ya va camino a casa. Eusebio comenta que solo apaga la computadora y sale, pero pasan como dos horas y aún no llega. Paty decide volver a marcarle.
Eusebio se asusta al escuchar el timbre del teléfono y responde: “Disculpa, estoy saliendo. Se me fue el tiempo”. Ella enojada le reclama. Esto sucede muy a menudo entre los dos y es una situación que genera un gran malestar a ambas partes.
O como Rodolfo y Elsa, que son padres de Cintia de once anos. Cintia está más irritable cada que pasa el tiempo, dice cosas fuera de lugar, habla sin ninguna reflexión, interrumpe las conversaciones ajenas, habla sin parar y es notoria una desorganización acentuada.
Se le olvida llevar o entregar sus trabajos a tiempo y continúa distrayéndose fácilmente. Rodolfo y Elsa están cansados de tratar de hacerla entender, de regañarla y de recriminarle sin éxito.
En los dos ejemplos anteriores podemos darnos cuenta del sufrimiento y el alto grado de estrés que ambas partes viven ante dichas situaciones. También observamos cómo los vínculos se van deteriorando con el paso del tiempo. Lo que ambos ejemplos tienen en común es que todos desconocen qué es lo que genera esta problemática.
Es importante tener en cuenta que un tratamiento mejora la calidad de vida, pero también es relevante considerar que la transformación deseada conlleva un tiempo y requiere una adaptación por parte de todos los involucrados. En este aspecto, la tolerancia a la frustración es significativa para transitar el camino de la transformación.
Es conveniente identificar el significado del TDAH y qué es lo que lo causa. También es importante identificar la cotidianidad de los adolescentes y adultos con TDAH sin tratamiento así como el día a día de quienes los rodean. Asimismo hay que distinguir las diferencias favorables que hace un diagnóstico y una intervención multidisciplinaria acertada en la vida de los adolescentes y adultos con TDAH. Todo esto siempre se hace con el objetivo de lograr la aceptación incondicional de “mi funcionamiento, así como el funcionamiento de con quien convivo”.
Para iniciar con este ensayo, es importante mencionar que los artículos de la Revista Mexicana de Psicología, los boletines de la UNAM, la Psicóloga Estrella Joselevich y el Dr. Eduardo Barragán son el sustento argumentativo de este texto.
Desarrollo
En 1980 apareció por primera vez la definición de lo que se conoce como Trastorno por Déficit de Atención (TDAH) en el Diagnóstico de Enfermedades Psiquiátricas (DSM III) unificando criterios hasta entonces aislados. La investigación sobre el TDAH tiene una historia interesante y atraviesa por una etapa de muchos descubrimientos. La expansión del conocimiento en el ámbito de la genética, las imágenes del cerebro y la investigación conductual están guiándonos a un mejor entendimiento de las causas del trastorno, cómo prevenirlo y cómo desarrollar tratamientos más eficaces para todos los grupos etarios. (NIMH)
El origen del TDAH es desconocido. Sin embargo, los científicos dicen que surge como consecuencia de diversos factores biológicos (que en muchas ocasiones son de origen genético), nutricionales y psicosociales. (F.E.A.A.) (NIMH). El TDAH es un conjunto de manifestaciones clínicas que afectan el aprendizaje y la conducta del niño/adulto (Barragán, E. 2003).
El TDAH implica que hay alteraciones en el funcionamiento de dos neurotransmisores cerebrales: la noradrenalina y la dopamina. Estos transmisores afectan directamente a las áreas del cerebro responsables del autocontrol y de la inhibición del comportamiento inadecuado. El circuito fronto cerebeloso está alterado o “apagado” en los niños con TDAH, lo que explica el comportamiento disperso. (Barragan, E. 2015).
El Trastorno por Déficit de atención se define por la presencia de tres síntomas fundamentales: (Pascual-Castroviejo. 2008): Disminución de la atención, impulsividad e hiperactividad.
Para empezar a hablar de los síntomas, comencemos con los signos predominantes en el apartado de la inatención: se distrae fácilmente, pierde ropa o utensilios con frecuencia, parece que no entiende lo que le dicen, le cuesta trabajo formar hábitos y es desordenado. En lo referente a la impulsividad, podemos observar que el individuo interrumpe conversaciones, responde antes de que se le hagan preguntas, se brinca los turnos en los juegos y toma sin permiso cosas que no le pertenecen. Cuando hablamos de hiperactividad, nos referimos a que habla sin parar, se mueve constantemente y tiene una gran energía.
En relación a los síntomas emocionales, los signos son los siguientes: cambio súbito de temperamento, poca tolerancia a la equivocación, sentimientos de infelicidad y problemas de ansiedad/depresión. Con respecto al aspecto académico, generalmente tienen bajo rendimiento y déficits específicos de aprendizaje, por ejemplo en la lectura. También disrumpe en el salón de clases, pueden recibir burlas o, al revés, agredir. En cuando a las relaciones interpersonales, con dichos comportamientos disruptivos, es raro que generen amistades estables. Todos estos síntomas tienen efectos negativos en la persona.
De acuerdo con Scandar (2000) y Castellanos (2001), el sustrato neurológico tiene un papel central en la aparición de los síntomas, los cuales se evidencian desde la infancia temprana y se mantienen a lo largo de toda la vida, aunque siempre modificándose en las diferentes etapas evolutivas. (Korzeniowsky. 2007).
En un artículo de la Revista Mexicana de Psicología, el resultado obtenido como causa principal del TDAH, se considera que se debe a un problema con las funciones ejecutivas y, más específicamente, a una deficiencia en el control inhibitorio (Nigg. 2001). Ya que estas funciones se encuentran profundamente alteradas.
En los siguientes aspectos, los niños con TDAH presentan serias dificultades con respecto a: la atención sostenida, la lectura, la memoria de trabajo (se les describe como personas olvidadizas), la planificación y la organización (pierden de vista la meta de sus actividades), la aritmética y una deficiencia en la percepción visual. Los problemas con el manejo del tiempo y el organizar eventos futuros son también comunes en adolescentes y adultos con este trastorno.
No existe una sola prueba para diagnosticar que un nino, adolescente o adulto padece TDAH. Es importante que el diagnóstico sea realizado con la participación organizada de distintos especialistas para descartar otro tipo de enfermedades; el pediatra, el neurólogo pediatra, el paidopsiquiatra, el psicólogo clínico y el neurosicólogo son quienes reúnen información desde varias fuentes. Los padres son los que deben contactarlos, pero también hay que escuchar a los maestros, familiares, amigos y vecinos.
La mayoría de los pacientes presentan trastornos asociados y, junto con estos, manifestaciones corporales de desajuste en la regularización de todos los sistemas regulados por el cerebro (Barragán. 2003).
El trastorno oposicionista se agrava en los adolescentes sino fueron atendidos desde la infancia. Dicho trastorno se manifiesta en forma de agresividad, hostilidad, rechazo y tendencia a ser aburrido e irritable con otros. Manifestando así los siguientes síntomas a toda hora: ser vengativo, culpar a los demás por sus errores, molestarse fácilmente, ser temperamental ante eventos poco importantes, discutir con los adultos acerca de cualquier tema, desafiar o rehuir de las reglas, estar enojado y resentido constantemente y, deliberadamente, molestar a la gente. Lo anterior puede observarse dentro de cualquier entorno. Asimismo, la ansiedad y la depresión son enfermedades que se dan paralelamente al TDAH o posterior a este y a cualquier edad.
La adolescencia es un reto para todos, pero es más difícil para las personas que tienen TDAH. Tienen mayor dificultad porque intentan hacer demasiadas cosas al mismo tiempo, eligen actividades que ofrecen beneficios inmediatos, tienen problemas más notorios en la escuela, la dependencia es persistente, rompen las reglas sin medir el riesgo, tienen problemas para controlar su impulsividad y presentan fuertes ataques de ira. Se sabe también que los adolescentes con TDAH están involucrados cuatro veces más en accidentes automovilísticos. Por todo esto es importantísimo aceptar que se requiere solucionar el TDAH a través del trabajo multidisciplinario.
Existe evidencia científica acerca de las características neurobiológicas del TDAH que apoya el uso de medicamentos para su tratamiento. Aún así genera controversia el uso de estos y la necesidad de tomarlos a lo largo de la vida. En México se estima que hay aproximadamente 1.5 millones de niños y adolescentes que podrían ser diagnosticados con TDAH. En muchos casos, los pacientes pueden tardar de ocho a quince anos en buscar atención especializada. (Vitela. 2006)
El estudio más importante que proporciona evidencia sobre la utilidad de combinar intervenciones psicosociales y farmacológicas en el tratamiento de este padecimiento, es el estudio multicéntrico de tratamiento multimodal para ninos con TDAH, cuyos resultados mostraron que tiene mayor efecto el medicamento y el tratamiento combinado. Por lo anterior, podemos observar la diferencia que esto hace en la vida de los jóvenes y adultos. Si desde ninos se sospecha que existe un caso de TDAH, a través de bibliografía o si se detecta por profesionales de la salud, es muy importante aceptar el diagnóstico, ya que dicha aceptación hace una diferencia en la vida de todos. Y si nos cuesta trabajo aceptarlos debido a la negación, recomiendo que se trabajen dichas creencias para que no transcurran tantos anos sin aceptarlo. Entre más temprano se tomen cartas en el asunto es mejor, ya que la vivencia emocional de los chicos es de aceptación incondicional de la realidad, sintiéndose más tranquilos de esta manera.
Conclusión
En resumen, hay un patrón de comportamiento típico en las personas con TDAH, y este proceder es crónico. La atracción por lo estimulante y su búsqueda, huyendo de lo que “aburre fácilmente”, como nuevos trabajos, negocios, nuevas relaciones sociales, peinados diferentes, cambio de novio(a), mudarse de casa constantemente y tener modificaciones constantes en cualquier rubro de la vida, hacer actividades físicas de alto rendimiento para lo que no se está entrenado, exponerse a caminar por lugares peligrosos, incurrir en la promiscuidad, dejar para después las cosas (postergar), tener un mal manejo y una mala percepción del tiempo (como atrasarse y llegar tarde), la desorganización y la dificultad para iniciar algo, son algunos de estos comportamientos.
Por lo tanto, si no se trata el trastorno observaremos los siguientes problemas en el adulto con TDAH: si la tarea no les interesa o les es difícil, no realizarán el esfuerzo sostenido para llevarlas a cabo, recurren rápidamente a justificarse o a echarle la culpa a los demás. Estos comportamientos los conducen a no lograr las metas propuestas, a fortalecer la imagen negativa que tienen de si mismos, a sufrir y a que el entorno los desvalorice. También las fallas en el autocontrol y regulación de su comportamiento, las altas y bajas en el desempeño de las tareas y la dificultad para motivarse, los lleva a padecer en sus roles de trabajador(a), esposo(a) y padre o madre, afectando también a su familia y compañeros de trabajo. De igual forma, las distracciones o conductas impulsivas durante las relaciones sexuales, gastos estratosféricos, diferentes tipos de adicciones, hábitos alimentarios insanos, accidentes frecuentes y conductas de riesgo, entre otras.
Todo esto acarrea un funcionamiento inadecuado y torpe que genera una gran insatisfacción. Por todo esto es muy importante para la personas que rodean al adulto con TDAH saber que dichas acciones no son intencionales y que no pueden controlarse a voluntad. Se requiere un trabajo terapéutico para lograr dejar dichas comportamientos.
En conclusión, vemos que a veces aparecen los síntomas y otras no, al igual que su intensidad varía entre exacerbada y suave con base en su subjetividad para relacionarse con el medio ambiente. Este vaivén desgasta y confunde a todos los involucrados.
Todo lo dicho anteriormente es una razón suficientemente importante para solucionar el tema por medio del tratamiento médico y la terapia a la par. Y, derivado de esta información, concluimos que lo mej or es hacer el cambio desde que son ninos. Si como adulto nos detectamos o nos detectan TDAH, no hay que hacer caso omiso; y mucho menos si es detectado a nuestra descendencia, porque lo más probable es que lo tengan. Lo más sensato siempre es atender el TDAH con un tratamiento multidisciplinario. Por experiencia, la vida cambia favorablemente para todos, dejando de sufrir innecesariamente.
Yañez, G., Romero, H., Bernal, J., Marosi, E.,Rodriguez, MA., Guerrero, V., Prieto, B., Luviano, L., Trastorno por Déficit de Atenci ón con Hiperactivi dad (TDAH): Coeficiente Intelectual y Funcio -nes Cognoscitivas, Revista Mexicana de Psicología. (2005) 22, (1), pp. 31-41
Palacios-Cruz, L., De la Peña, F., Valderrama, A., Patiño, R., Cal le Portugal, SP., Ulloa, RE., Conocimientos, creencias y actitudes en padres mexicanos acerca del trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH). Salud Mental 2011; 34:149-155
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